Dos trajinantes que paraban en la venta, se fueron de ella sin pagar la posada. Juan Palomeque los descubrió, exigiéndoles lo que le debían. Los dos granujas la emprendieron a mojicones con el ventero. Maritornes oyó los gritos de su amo y avisó a don Quijote. Este pidió permiso a Dorotea para favorecer al vapuleado ventero, y saltó sobre Rocinante, saliendo a la puerta...

-"¡Deteneos! ¡Con el permiso de la princesa Micomicona, acudo en vuestra ayuda, señor alcaide!

Los trajinantes pusieron pies en polvorosa. Para prevenir nuevos desafueros, don Quijote se quedó haciendo la guardia de lo que él creía castillo.

Al verle Maritornes desde el ventanuco de su cuarto, quiso gastarle una broma, y le llamó...

-"¿En qué puedo serviros, señora?", dijo el caballero, que no había reconocido a la moza. Maritornes le contó que su padre la tenía secuestrada, por no querer casarla con un joven de quien ella estaba enamorada, y por eso solicitaba su valerosa ayuda.

Don Quijote intentó arrancar la reja del ventanuco para que la dama pudiera escaparse, pero al alargar una mano, Maritornes se la ató por la muñeca a la reja. El Caballero de la Triste Figura imaginó que había sido colgado por obra de algún encantamiento. Poco después, cayó, dando con su cuerpo en tierra. Molido por la caída, se quitó la armadura, cuando sonaron unos fuertes golpes.

-"Caballeros, no llaméis a estas horas a las puertas del castillo. Aclarando el día, bajaremos el puente levadizo", gritó don Quijote. Empujando el portón, entraron varios cuadrilleros que buscaban posada, y uno de ellos dijo:

-"¿Qué diablos de castillo y de qué puente habláis? Venta es, y quien diga otra cosa está loco de remate."

Don Quijote se enfureció al oírse llamar loco y, de un mandoble, desarmó al atrevido, diciéndole:

-"Mentís como bellaco, villano."

Acudieron el cura y el ventero y el cuadrillero, mirando a don Quijote, declaró:

-"Traigo un mandamiento para prender a este caballero por haber dado libertad a unos galeotes."

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