El signo, Platero

Platero nos da a conocer un importantísimo aspecto del mundo andaluz. No se trata, únicamente, de la autobiografía de un poeta con el pretexto de un borriquillo. Platero es un signo convencional, un signo-imagen creado para el mundo de la poesía. Un pueblo, unos amigos, unos parientes y unos niños aparecen transfigurados por la visión del poeta. Juan Ramón, el «andaluz universal», centra su atención en la vida de su Moguer natal. No quiere hablarnos de historia, no le interesa recordar que a unos cuantos pasos de su pueblo se preparó la gran epopeya del descubrimiento de América. Pretende fijar su espíritu en lo más humilde, en lo más sencillo de la vida andaluza. Por eso escoge como símbolo un pequeño, peludo, suave borriquillo...

Platero

En el más entrañable contexto de un modesto pueblo andaluz, Juan Ramón sorprende la ternura, el amor al paisaje y a los prójimos. Se eleva a lo universal al abrir los ojos a la realidad que le circunda. Se trata de sumergirse en el suelo, de ensimismarse en el estilo de su pueblo natal. La belleza de Andalucía revierte sobre el poeta. Y es entonces cuando Juan Ramón hace surgir un asnillo -símbolo feliz de la naturaleza viva- para no estar solo, para comunicarse y comunicarnos a sus lectores.

En «Platero y yo» está toda la vida de Moguer: el vocerío de la plaza del mercado, los juegos infantiles, el eco de los pregones, el trajín de los oficios, la vida familiar, la procesión del Corpus…

Juan Ramón embellece a un asnillo con solo llamarle «Platero». Lo embellece y lo humaniza. «Es tan leve y gracioso...»; «es tierno y mimoso…». Sin embargo, le respeta su modo de ser y de estar en la vida: «Tú tienes tu idioma y yo el mío como no tengo yo el de la rosa ni ésta el del ruiseñor...». En todo caso termina, como Cervantes, por enamorarse de su creación poética. Si Miguel de Cervantes pudo decir: «Para mí nació Don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir»; Juan Ramón Jiménez pudo afirmar sobre Platero: «Es tan igual a mí, tan distinto a los demás, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños».

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